Isabel Cabanellas*CUADERNOS DE PEDAGOGÍA N.º 301
Una frase de Goytisolo ha llevado mis pensamientos a la obra de Malaguzzi: “Ni nuestros entomólogos universitarios, con sus rutinarias clasificaciones, ni nuestros críticos literarios, tan propensos a la vacuidad y redundancia, alcanzan a incluirme en el comodín de una generación...”. La obra de Malaguzzi tampoco está incluida en el comodín de su generación, su pensamiento pedagógico no está valorado en la formación universitaria de gran parte de los maestros españoles, esto es un hecho constatable en sus programas de formación.
Resulta doloroso hacer, desde la propia universidad, esta dura crítica. Esto me lleva a preguntar: ¿cuáles pueden ser las causas de la falta de reconocimiento de su obra en las facultades españolas, tanto en el campo de la historia de la pedagogía, como en los campos de la organización escolar, la didáctica o la sociología escolar, en donde sus aportaciones son de suma importancia? La universidad no es la única responsable de este olvido, no se puede generalizar una
acusación contra una institución, gracias a la cual los investigadores que lo desean, y son muchos, pueden llevar el conocimiento a más altos niveles. Desde las siguientes reflexiones trato de plantear algunas de las posibles causas de este aparente olvido que puede ser personal de ciertos investigadores, pero nunca institucional.
La dificultad de clasificación de su obra.
El deseo de modelizar y clasificar algo que por la propia naturaleza y deseo de su autor no es ni clasificable ni modelizable puede que lleve a un rechazo o a un aparente desconocimiento de una obra de gran envergadura, como la de Malaguzzi, debido a lo siguiente:
- Su experiencia personal y pedagógica aparece radicalmente distinta a la de sus contemporáneos. Su deseo explícito de no ser encerrado en un “modelo”
hace inviable para la comprensión de su obra una clasificación, según los criterios de organización lineales utilizados tradicionalmente.
- Su obra es metafórica, tiene la posibilidad de hacer vivo un pensamiento pedagógico, dinámico. Es capaz de dar respuestas a cada nueva situación.
Pero, ¿cómo clasificar metáforas sobre la infancia?
- Malaguzzi, como Bachelard, cree que la luna, ese “pájaro rubio”, puede ser alcanzado por la infancia, y en esa creencia no pone trabas para su logro y, rompiendo con los marcos evolutivos de una psicología educativa “tradicional”, se anticipa a la infancia del futuro.
- El miedo a las múltiples infancias que indican la aceptación de la obra de Malaguzzi y el abismo de la duda que la infancia reclama no perder asustan a los educadores que desean implantarse en la “certeza”.
¿Es viable su obra en otros marcos educativos,
fuera del contexto reggiano?
A veces se le muestra en los estamentos educativos universitarios como una obra “poco útil”, dado que su puesta en práctica resulta económicamente poco rentable. Las preguntas en los coloquios son casi siempre: ¿cuál es la ratio maestro-niño? ¿Qué hacer con los padres? O afirmaciones como éstas: “¡No se puede exigir al maestro la cultura que necesita para seguir semejante proyecto educativo!”.
Generalmente, son preguntas a ras de tierra, que muchas veces resultan superficiales y nada coherentes desde la necesaria valoración de los derechos de la infancia. Trascienden más ansiedad, que una búsqueda de la calidad de las actuaciones didácticas. Esta ansiedad, tanto en los enseñantes como en la Administración, parece surgir de la idea de ver la obra reggiana desde la óptica de una utopía inalcanzable. Pero la obra de Malaguzzi no ha sido utópica; ahí está y sigue estando vigente. Quizás eso duela e incomode, ante la incertidumbre de cómo es posible que esto se lleve a cabo. Y de forma inconsciente, se formulen
las preguntas y surjan afirmaciones acerca de las posibilidades de llevar a término su pensamiento pedagógico.
Su corta obra escrita conocida hasta la fecha
Se dice que ha escrito poco y, sin embargo, se podría considerar que su obra es un patrimonio oral y visual de la humanidad. Patrimonio no escrito, vivo, cambiante. Pero ese patrimonio oral, visual, corre peligro con la modernidad tecnológica de una articulación educativa y académica: todo en su sitio, en sus momentos, en sus etapas.
Malaguzzi, libre de cualquier directiva de academia o de escuela, pero lleno de sabiduría y poesía propias,muestra una obra de perturbadora audacia educativa,
con la cual nos podemos sentir identificados si soltamos el lastre de lo“académico”.
La incomprensión de sus mensajes estéticos
Existe una incomprensión de lo que auténticamente suponen sus mensajes estéticos, de lo que como actitud estética emana de su obra, por todo lo que
tiene de aceptación de lo aleatorio, lo imprevisible, de ligazón de lo biológico con lo cultural.
También se olvida que Malaguzzi, desde su obra estética-pedagógica, aceptando lo nuevo, el cambio, la transgresión metafórica, exige con rigor las destrezas
necesarias para llevar a cabo el hecho educativo.
Dificultades para mostrar a los futuros maestros
un pensamiento pedagógico renovador
En su formación universitaria, los futuros maestros tienen dificultad a la hora de aceptar los cambios que supone la filosofía educativa de Malaguzzi.
Mis alumnos universitarios me solicitan, cuando les presento la filosofía educativa reggiana, que les ayude a romper con sus esquemas personales sobre la relación
maestro-niño, porque son conscientes de que tienen unos planteamientos tan arraigados en sus personales recuerdos de la infancia, que no se sienten
capaces de actuar de distinta forma de cómo ellos han sido educados. Que aun teniendo la conciencia de que algo en la educación debería cambiar,pesan más sus vivencias, sus experiencias personales de cómo ellos han aprendido, que la puesta
en práctica de un cambio que dé la palabra a los niños y a los adultos en paridad de intercambio de códigos, de deseos, de intenciones. Les pesa más una fórmula educativa, que en su linealidad les tranquiliza, que hacer viva la cultura del adulto en manos de los niños.
Reflexiones finales
El asombro, la transgresión, la metáfora, la diversidad como fruto de la complejidad de las relaciones educativas son difíciles de aceptar cuando solamente
se le exige a la educación unidad, programación y seguridad.
Desde la universidad se deben romper amarras para navegar por mares de incertidumbre, de poesía, sin temer que, por ello, se le haga perder rigor, más
bien al contrario: una obra educativa o investigadora debe ser capaz, como toda obra de arte, de aunar intenciones y destrezas que le permitan una toma de
conciencia de las situaciones y de los saberes que en cada momento son viables para el desarrollo de la infancia.
Isabel Cabanellas es catedrática del Departamento de
Psicología y Pedagogía de la Universidad Pública de Navarra
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